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domingo, 4 de agosto de 2013

Oda a los dos.

                                                                                              A Daniela y Flavien, por todas las veces.

Oda a los dos


Te dejo acá, con un pan en el desayuno, 

el té hirviendo y la cabeza sobre la mesa.

El frío de este invierno anda congelando 
los destellos de un recuerdo absurdo. 

Mientras hoy extraño los momentos frágiles 
en los que no había un viaje, 
de pronto sedes y eres martes por la tarde, 
viviendo como si no te fueras.





Estoy viviendo con parches en la polera, o…  
gritando por dentro tal como palomo en hoguera. 

“Somos átomo, el vomito de la reproducción,

 el grito de lucha de la tierra sin semilla, 
resistiendo a la opresión de mi agricultor.”





Hoy se quebró el maleficio, 

el cotidiano malestar de las voces.

y así te conseguiste un nuevo oficio
uno en vieja tierra, solsticio.





Dueña de la pared, sangre de mi labio

piel rostizada y camino sin sentido.


Te pido, que no te vayas sin dejarnos un Dios del entorno
para aferrarse al vacío de una alma
y rezarle un VuestroRetorno.

Mi camarada, mi deseado vino
el vodka que se convirtió en pingüino.
Déjame el recuerdo de un pasatiempo
que espero no se borre con el tiempo. 


Qué es agosto sin ser mes de despedida.
Domingo ha llegado para descansar en su hombro,

con su brisa acariciando su espalda 

y sus labios como salvavidas que rescatan sus lágrimas.



ÓSCULO
"Es la hora de partir, la dura y fría hora 
que la noche sujeta a todo horario.
Pablo Neruda



Se nutría el presente de todo lo que obtenía al alcance de nuestras mentes, mientras el futuro indispuesto y no tan distante permanecía al servicio de nosotros. La oscuridad tendía sobre nuestros cuerpos (envueltos de vergüenza) un vacío para encontrar sin perdernos la salida que los dos hallamos en un universo. Tu memoria evocaba estrellas que traían al presente algún pensamiento espontáneo en una noche y para mi conciencia pintaba destellos de posibles sucesos. Teníamos nuestras frentes apoyadas en el olvido y en un quizás me acuerdo, mientras mirabas mis labios secos con tus poros y me enredaba, como serpiente en tu envenenada piel. Nos teníamos cerca, pero no estábamos unidos. Los trapos y el abrigo que llevábamos puestos eran límites entre nuestros lazos. Me desvestí en el silencio y desabotoné mi pecho para mostrarme en alma, sin pieles que embarran este momento. Tú estabas callada con piel sobre el alma, me diste tu espalda y desaté tu cien. Cuando de pronto se volvieron un níveo ósculo y ya no había destellos, ni estrellas en la oscuridad. El universo se desparramaba sobre el ósculo y los cuerpos ya no eran más, sino solo ósculo.