He estado despierto tantas noches, que ya estoy acostumbrado al nuevo perfil de mis ojeras (caídas con un contraste mas fuerte que el de hace un año y varios meses atrás) mi destilación apesta y no es por el carecimiento de un baño en la ducha, es por el apego a las ideas que defiendo y la inclinación que tengo por el pensamiento aferrado del amor.
He visto el cielo en la madrugada y veo que mis sentimientos ya no están suspendidos de esa estrella blanca que recién conocía el extraño y alterado Universo. Descompuse pieza por pieza que cayó del sentimiento compuesto que la estrella y yo unificamos sobre el pavimento gélido rocoso de una vereda de la ciudad. No hay ninguna duda que mi mayor satisfacción es la pura duda e indecisión de la insatisfaccion perfecta, que no me mata con una cruda verdad y no me hace sufrir el largo y ancho embuste de falsedad, si no que en mi cuerpo interno, el corazón o las menudencias que quedan de el, se siente un poco lo atemperado que hace que la mitad de migas trabajen y las otras sobrantes quieran destruir todo a su paso, pulmones e hígado ingiriendo sustancias para alcoholizar las neuronas, aligerando el camino corto o largo que nos suministrara el destino generoso o tal vez vanidoso.
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