Rodriguez un joven exiliado de su pueblo va caminando a
su casa, cuando de pronto aparece una paloma a dos metros de él; lo que genera
en él –en su locura- ganas de conversar con esa paloma, sobre su exilio.
Paloma urbana que
andas volando con tus plumas oscuras por toda la ciudad ¿Cómo haces para
deshacerte de toda esa mugre hecha por
el hombre de principios conservadores sobre el higiene? Acaso solo los que
vuelan –descendientes de usted- pueden deshacerse de aquella despiadada mugre
sin la necesidad de derramar sangre sobre los ríos y perder los recuerdos de
alguna persona entre el humo de los carros de esta ciudad inconsciente.
Rodriguez
desesperado pide a la paloma que no sea indiferente y le responda a sus
desesperados prejuicios.
Dime algo por
favor, cambia tu mirada gélida de hambre e indiferencia por una menos tú de
ahora y una más de antes; como cuando te manifestaste ante los cristianos que
invocaron a tus antecesores y el carácter que tenías hace siglos atrás.
Te ruego ante tus diversos cielos y vientos que me des por favor una pluma de
todo tu conocimiento como una vez regalaste una en tu vida pasada.
Rodriguez acepta
que no puede obtener el conocimiento de la paloma y le pide algo menos
importante para él.
Si es que no le
quieres otorgar a mi desesperación una solución a mis problemas diarios, te
pido por lo menos que me expliques cómo haces para reproducirte con humanos y
tener hijos tan libres, extrovertidos e introvertidos; hijos mitad humano y
mitad tú, tan diferentes a un hombre urbano crecido en democracias nefastas.
Aquella paloma no entendía el idioma de los exiliados y Rodriguez sin final se va a la ciudad, esperando conversar con alguna paloma que le pueda responder todas sus dudas; porque ésta no le quiso responder.
Aquella paloma no entendía el idioma de los exiliados y Rodriguez sin final se va a la ciudad, esperando conversar con alguna paloma que le pueda responder todas sus dudas; porque ésta no le quiso responder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario