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sábado, 9 de marzo de 2013

Diosa Morena


Desde las tierras del norte una dulce ninfa se dirigía a los montes de la serranía, para luego llegar a las costas del Perú a encontrar un nuevo mundo por el destino que acogía su familia.  Los vientos colgaban de su pecho y un fantasma -vieja compañía- vivía en su mente. Todo lo que ella había conocido se esfumó como una fuerte ventisca que arrasa con las hojas de un árbol de invierno; esto contaban los limeños las leyendas de esta dulce mujer; los recuerdos que dejó entre lágrimas sobre los ríos que transitaban por su recorrido.
Yo creía que era un mito su existencia; una diosa transformada en latina de piel café caminando por las orillas de Miraflores, hasta que la encontré una mañana cuando el sol se colocaba detrás de su rostro, como para hacer sobresalir su silueta y que sus ojos pudieran brillar como estrellas  en el fondo de su rostro que era muy parecido al universo. Su imagen me hizo creer que era la divina presencia de Venus en la tierra y su voz me hizo pensar que salían sueños, esperanzas, ilusiones y creencias, esparcidas sobre todo un pueblo dentro de mí. No sé si el destino habrá querido poner en mi camino esta fe, que se basa en ella -como los indios con la Guadalupe- o  había encontrado en ella la mujer perfecta de estas tierras, el rostro de la tierra en una sola persona, el dulce sabor de una ciruela dentro de un limón. 

Cercano a ella, de pie y con mi alma arrodillada ante ella, le dije que mi libertad ofrecía por su amor, una esclavitud sin goce de descanso; dejaría pensamientos antiguos y por ella con fervor escribiría de noche y día, sin comida ni agua, solo ella y su encanto.
Me miró y vio hacia los mares aclarándome que ya tenía un romance con un Dios con el que no podía competir, que vivía lejos el futuro padre de sus herederos -descrito por el mismo futuro- y extrañaba el calor de sus brazos aún en tiempos de verano, descrito por el mismo clima.
Todo lo que brotaba de ella eran esperanzas y utopías que podían ser realidad con manifestaciones divinas, por lo tanto, estoy seguro que si ella se manifestó y pudo desparramar palabras hacia mí, pueden haber otros milagros que bendigan mi alma por el resto de esta vida como están sucediendo.
Mientras en mi subconsciente ya las semillas de una nueva idea crecían, autocríticas, etc.
Llegué tarde o tal vez llegué en el momento indicado, tal vez soy el demonio rebelde de esta religión o un semidiós que se lleva a esta Diosa hacia mis experiencias como ciudadano de Lima, el caso está por verse, porque no tardó mi vida para colocarla en un altar de mi alma;  era una musa más que mi paganismo debía apreciar sin tocarla, una extraña novela que se escribe con el pulso de mi corazón y la eterna desesperación de convivir en las mismas tierras con la morena.

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