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jueves, 31 de mayo de 2012

Veinte años de ventiscas.

Venticas de hace veinte años que huelen a pólvora y saben a sangre son las que por Tarata regresan para no ser olvidadas; heridas en las grietas de nuestras calles siempre son recordadas por el puño que las hizo y el inocente que las obtuvo una triste noche.

La memoria no se ha quebrado para las víctimas, pero si para los observadores que callan y silencian por las muertes, los desaparecidos y atentados cometidos, delitos que insultan nuestra patria, la democracia que forjamos para poder opinar libremente sin ser silenciados con bombas y represiones.
Ventiscas que fusionan llanto con discriminación pavimentado por odio y gritos aclamando libertad  de los ciudadanos con presión de los asesinos de hace veinte años son las que por Miraflores recorren para siempre ser resonadas entre los vientos del noventa y dos,  como del dos mil dos para adelante.
Nuestra conciencia colectiva que ha sido dañada por el hambre de odio y cosechas de destrucción masiva en nuestro país, ha ido extrañamente olvidándose del daño que recibió,  pero por otra parte el grupo colectivo más recio no se olvido de las almas que colgaron en los postes y la barba del genocida, cuando entro esta pandilla política con pesadillas de triunfador; a esos hombres que si se acuerdan levanten sus memorias al cielo limeño para que se expanda por todo el Perú y haga vibrar por todo el mundo nuestro terrible suceso.
Ventiscas vienen y van, muchos jóvenes  nacen con la voluntad de mejorar la comunidad y muchos viejos mueren con la creencia de una mejor humanidad ¿Cómo lograremos esto si hay jóvenes que se les inculca el odio para llevarlo a la acción y viejos que enseñan esto creyendo que la humanidad debe ser de represión? Con la ayuda de una comunidad consciente enfatizada en buscar una justa humanidad, lograremos que no pierdan la memoria y si no sido participe de ese triste contexto, no pierdan la solidaridad por los heridos de lo vivido.
La sangre derramada jamás será olvidada, tal vez se pueda aceptar el perdón, tal vez yo pueda aceptarlo pero los que lo vivieron no creo;  han pasado veinte años y he comprobado que sus intereses son más grandes que darse cuenta y reflexionar sobre las acciones que han cometido contra los civiles, civiles que realmente ni informados estaban, ciudadanos libres que no deberían ser metidos en guerras, ni atentados.
Es triste lo hecho e insaciable lo ocurrido para las víctimas,  es penoso que seres humanos hayan cometido estas acciones pero es repulsivo que muchos dentro de la comunidad se hayan olvidado y sobretodo que muchos participen de estos grupos asesinos.

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