A ella la
conocí en el sur de América, donde todo vale y lo que no vale es un finito
hecho nunca , como el fin del gobierno de Castro; con tres tragos la convencí
de perdernos en el Tahuantinsuyo entre hojas tricolor y una fusión criolla cantada por un
liberal con prosa socialista; mientras este cantaba yo la trataba de abrazar
con mis brazos de hojas secas, los cuales se caían al suelo en cada viento que
ella agitaba al respirar, como si el otoño hubiera engañado al clima, a la ciencia
de las constelaciones y del cuerpo
humano, en pleno calor de verano amazónico.
Viajamos en
la mina de una montaña explotada, mientras ella hablaba de su enamorado y el
extraño acento turco-ingles de este; todo el recorrido fue este muchacho de
acento raro que me fastidiaba completamente cuando ella decía sentir por él, lo
que ella no siente por mí; su bufanda importada y su chullo de marca eran las
cosas que ilusionaban a la pobre muchacha; mientras yo solo tenía mi unicornio
que chacchaba coca y mis collares a mano ¿Qué podía hacer con tal prestigio
comparado a mi humilde vida burguesa barata? Matarlo o llamar a Stallin para
que él se encargue de este germen sucio traidor al proletariado de mi amor o
quizá beber hasta morir ayahuasca en la cima de una colina y tropezarme con las
ruinas de Machu Picchu, tal como caen los precios en Grecia -en el entorno de
usted persona rara que lee esto -o como
caían los mayas en México, pero en fin ¿Qué solución a mis inoportunas
oportunidades tendré?
Lo que sé,
es que tengo oportunidades que he desperdiciado y a pesar que jalé en el curso
de coraje que esta extraña preparatoria para la muerte me recetó, voy volando
con mi libro de gramática en la mano, para decirle las cosas más claras que
existen entre los sinónimos de transparencia
y antónimos de nitidez, esperando que su ignorancia
por conocerme cambie y me hipnotice
brevemente con su profundo aprendizaje, mientras que mi pelo se transforme en un albañil turco
con rasgos hindúes y mi barba sea el pasto que pisen sus labios; posiblemente
con esto tendré un beso de ella, si es que ella mira en mí, lo que no miro en
él.
La fantasía utópica – es una característica en
materia bruta de mi ser- es algo que espero que no mires con lupa; mi
prepotencia ego centrista, como mi tiranía por el saber lo todo, las puedas
vender en la antigua república soviética, para cuando termines de venderlas, ya
aprenderemos a vivir juntos en este siglo XXI, buscando soluciones a quizá alguno
que otro conflicto social que toda relación entre dos personas surge.
Me encantó!
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