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viernes, 13 de septiembre de 2013

El café de Emilio. - Peleas del sillón de verde.


El café estaba frío en el cuarto; el tono de luz acicalaba las paredes pintadas de blanco por algún pintor con un terrible miedo al vacío. Emilio ingresó al cuarto fresco,  acompañado de la voz de Micaela. Él se sentó en un sillón verde y la voz permaneció con el mismo tono dentro de la habitación.
-Debe tener problemas en casa –dijo Micaela-  tenlo por seguro que Julia anda por una mala situación, si se comporta así es porque está mal.
-Sí, entiendo, pero no es para que ponga cara de mierda, cada vez que la veo.
Emilio; orientó sus pupilas hacia el párpado superior;  juntó sus manos para albergar sus labios del céfiro y entre ese tiempo perdido sin respuesta, su mente paseaba por recuerdos de un pasado entristecido. Micaela echaba un vistazo por la puerta del cuarto; mientras leía artículos sobre unas clases de yoga en su tableta, mira a Emilio reprimido en el sillón verde y ella intentando recordar lo que una vez escuchó en un gurú, trata de hacerlo recapacitar la razón y dejar a un lado esos deseos de pasión.
La voz se despierta dentro de ella e ingresa de nuevo a la habitación.
- No se trata de eso, sino de entenderla. Ella te entiende cuando estás pasando en una mala situación. (Micaela ingresa al cuarto, como si de golpe se llevara por sus palabras)Yo te entiendo. Todas te entendemos (alza la voz como si Emilio no entendería nada y pierde el contacto con su propia paz interior).
- No, no, no, no. Espera. Tú (cogió la taza de café) me entiendes, porque yo no pongo cara de mierda cuando te veo. Hago como si no hubiera pasado nada. No me enojo, ni me estreso con  nadie. Solo me pongo un poco triste, tal vez, si es que ya no soporto el momento, entiendes.

Emilio se toma el frío del café, para llenar el vacío y los nervios que le genera saber que su conversación de desahogo se forma  una discusión y queja de una de sus amigas más cercanas. «Por qué tiene que hablarme así, si solo supiera que me atrae y me ha dejado de gustar Julia. Si solo supiera lo que siento.»
-Ay Emilio, las veces que tengo que soportarte –dijo Micaela como si su irá se fuera calmando, tal como los oleajes fuertes se van disipando - todas las cosas que dices y no digo nada. ¿Acaso eso no es la misma situación con Julia? «Por qué tengo que soportar todo esto, sé que lo quiero, pero no puedo soportar más de lo mismo»
La mira a los ojos, manteniendo firme su iris y su frente para que no miren a otro lado. Desmaya los nervios con su mente y su alma queda en coma.
-Ya, está bien. Dejémoslo ahí, hay que evitar todo esto.
Micaela lo mira sin nada que perder, sin nada que decir y luego expone sus palabras sin el debido juicio de preocuparse antes de hablar. -Está bien, pero no me digas algo para que no te responda. No pierdas el tiempo por las huevas y deja que haga lo que quiera con su vida, si es así tienes que soportarla. Es tu roche, para que te enamoras de ese tipo de flacas-  Micaela abre la ventana de la habitación y tu presencia se desvanece con el viento acorralado del cuarto.

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