El
café estaba frío en el cuarto; el tono de luz acicalaba las paredes pintadas de
blanco por algún pintor con un terrible miedo al vacío. Emilio ingresó al
cuarto fresco, acompañado de la voz de
Micaela. Él se sentó en un sillón verde y la voz permaneció con el mismo tono
dentro de la habitación.
-Debe tener problemas en casa –dijo Micaela- tenlo por seguro que Julia anda por una mala situación, si se comporta así es porque está mal.
-Sí, entiendo, pero no es para que ponga cara de mierda, cada vez que la veo.
-Debe tener problemas en casa –dijo Micaela- tenlo por seguro que Julia anda por una mala situación, si se comporta así es porque está mal.
-Sí, entiendo, pero no es para que ponga cara de mierda, cada vez que la veo.
Emilio;
orientó sus pupilas hacia el párpado superior; juntó sus manos para albergar sus labios del céfiro
y entre ese tiempo perdido sin respuesta, su mente paseaba por recuerdos de un
pasado entristecido. Micaela echaba un vistazo por la puerta del cuarto;
mientras leía artículos sobre unas clases de yoga en su tableta, mira a Emilio
reprimido en el sillón verde y ella intentando recordar lo que una vez escuchó
en un gurú, trata de hacerlo recapacitar la razón y dejar a un lado esos deseos
de pasión.
La voz se despierta dentro de ella e ingresa de nuevo a la habitación.
La voz se despierta dentro de ella e ingresa de nuevo a la habitación.
- No
se trata de eso, sino de entenderla. Ella te entiende cuando estás pasando en
una mala situación. (Micaela ingresa al cuarto, como si de golpe se llevara por
sus palabras)Yo te entiendo. Todas te entendemos (alza la voz como si Emilio no
entendería nada y pierde el contacto con su propia paz interior).
-
No, no, no, no. Espera. Tú (cogió la taza de café) me entiendes, porque yo no
pongo cara de mierda cuando te veo. Hago como si no hubiera pasado nada. No me
enojo, ni me estreso con nadie. Solo me
pongo un poco triste, tal vez, si es que ya no soporto el momento, entiendes.
Emilio
se toma el frío del café, para llenar el vacío y los nervios que le genera
saber que su conversación de desahogo se forma una discusión y queja de una de sus amigas más
cercanas. «Por qué tiene que hablarme así, si solo supiera que me atrae y me ha
dejado de gustar Julia. Si solo supiera lo que siento.»
-Ay
Emilio, las veces que tengo que soportarte –dijo Micaela como si su irá se
fuera calmando, tal como los oleajes fuertes se van disipando - todas las cosas
que dices y no digo nada. ¿Acaso eso no es la misma situación con Julia? «Por
qué tengo que soportar todo esto, sé que lo quiero, pero no puedo soportar más
de lo mismo»
La mira a los ojos, manteniendo firme su iris y su frente para que
no miren a otro lado. Desmaya los nervios con su mente y su alma queda en coma.
-Ya, está bien. Dejémoslo ahí, hay que evitar todo esto.
Micaela lo mira sin nada que perder, sin nada que decir y luego
expone sus palabras sin el debido juicio de preocuparse antes de hablar. -Está
bien, pero no me digas algo para que no te responda. No pierdas el tiempo por
las huevas y deja que haga lo que quiera con su vida, si es así tienes que
soportarla. Es tu roche, para que te enamoras de ese tipo de flacas-
Micaela abre la ventana de la habitación y tu presencia se desvanece con el
viento acorralado del cuarto.
muy bueno como siempre Amauta
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