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sábado, 7 de enero de 2012

Una pequeña guerra perdida

Termino la guerra, la pólvora se ha regado por todo el asfalto y gras urbano que un alcalde fundo, las enfermedades han brotado con todos los soldados sobrevivientes e intoxicados por el humo de las bombas lanzadas en el campo de batalla  o en la ciudad que se debía conquistar y sin triunfo perdieron, pero dieron todo de si en su guerra por la ambición y la codicia de ser mas poderosos y al final como osos en ríos se ahogaron sin poder pescar el pez que tanto desearon.
Las familias de los soldados andan preocupados, en la sala de espera del hospital central de la vieja nación, quieren encontrar a sus seres queridos, quieren saber si aun están vivos, quieren consolarlos por si vivos después de la guerra morirán por daños y perjuicios de aclamacion en la victoria y derrota.
Un activista con perfil de águila  sale del puñal de los viejos amados que eran intelectuales que daban ideas en contra y a favor de la guerra, abre su pequeña botella de whiskey y se la toma, luego mira el cielo, regresa la mirada contra el suelo y de uno de los bolsillos de su saco saca una flauta dulce y empieza a tocar la canción que para esa nación era de un grado muy conmovedor, después de terminar miro al capitán de los soldados, el que estaba al frente de el y manejo las estrategias del primer comando donde su joven hermano había ingresado feliz, pero al final se había suicidado dentro de un tanque al ver la perdida de su querida nación, el activista mirando se quedo al capitán y del suelo un rifle levanto apuntandose a el mismo para destruir su alma y destruir su sistema de vida.
De la multitud un borracho mira el cuerpo tirado, bañado en sangre y sin ser poder reconocido se echa sobre la panza del muerto para dormir una pequeña siesta y nadie lo moleste pues perdió su vieja huerta en el campo la que expropiaron los del otro ejercito.

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