Pesadumbre

Mi pesadumbre esta confesa en los cuadernos donde escribí con la tinta de nuestro ajeno afecto, me pesa en el espíritu no poder leer las oraciones que escribí, pues la tinta tiene un elixir para que solo las almas que andan acompañadas puedan leerlas. Soy una alma dejada en un oscuro pozo con los ojos vendados, no me acuerdo de la luz de tus ojos, ni de la luz del sol que iluminaba tu refulgente pelo negro. Estoy abandonado, triste y apenado no puedo leer las palabras y tampoco las letras, solo tengo los cuadernos donde anote las conmociones que sentí un mes romano extraño, donde el aura de un hechizo que invocaba a la muerte se la llevo en un ritual de tragos amargos, yerbas sucias y tierras malignas, donde participamos y olvidarnos mutuamente la memoria de nuestro utópico mundo.
No se si tengo los cuadernos verdaderamente, estoy tan cansado y con pocas ganas de pensar, que he tratado de no volver a recordar lo que perdí, no soy un buen perdedor ni un buen hombre que no acepta la perdida de las tierras que sembró con el cariño y la paciencia que dimos en tiempos antiguos. No he tratado de salir de este pozo, mis manos están sueltas lo sé pero mi mente esta amarrada a las cadenas de esta condena donde no puedo leer lo escrito en los cuadernos para poder verte en una fantasía oscura pero buena. Paso tanto tiempo que no me acuerdo de tu forma de hablar, tu forma de criticarme y juzgarme, la muerte ha ridiculizado mi memoria, alegría y euforia, ilusiones que tu Dios me ha dado para aferrarme a este mundo, ahora solo quiero irme en este santiamén no quiero perder tiempo, quiero irme para poder apreciar  las almas en penas que también están solas, conversar con ellas en las noches de invierno que te abandone para recordar como te perdí en una ocasión, tomar el tequila que me aumenta la sed, morir por no beber y desesperarme de agonía en un ecosistema caldeado, morir ser tapado por la árida arena y ser consumido por las hormigas colectivas que dejo Hades tiradas en su caminar.